Cómo usar la IA sin perder la voz de tu marca

Lida Stepul
Lida Stepul
9 min read

La primera vez que utilicé la IA para redactar una entrada de blog sonó como si la hubiese escrito un orador motivacional atrapado en un manual de software.

Técnicamente impecable. Completamente olvidable.

Ahí está la trampa: la IA puede escupir contenido en segundos, pero, a menos que la controles, despojará a tu marca de cualquier personalidad real. Alisará los bordes, planchará las rarezas y convertirá tu voz en un cuenco de avena tibia: inofensiva, nada memorable e indistinguible de la de los demás.

Si usas IA para ahorrar tiempo (válido), reducir costes (también válido) o escalar contenido (claro), todavía tienes que preguntarte: ¿suena como o como un chatbot que se atiborró de 10 000 artículos de marketing?

La voz de tu marca es lo último que querrás subcontratar al algoritmo. Deja que la IA escriba, pero no le dejes hablar por ti… a menos que quieras que tu blog suene como una circular de RR. HH. intentando hacerse viral.

Lo que la mayoría de las marcas hace mal con el contenido generado por IA

La IA facilita la creación de contenido. Ese es el pitch, y no es mentira. Pero “más fácil” no siempre significa mejor, especialmente cuando ese “más fácil” empieza a parecerse al de todos los demás.

Muchas marcas se lanzan a la IA pensando que han encontrado una máquina expendedora de contenido. Meten unas cuantas palabras clave, reciben mil palabras de relleno gramaticalmente correcto y publican. Luego se preguntan por qué baja el engagement y la tasa de apertura de la newsletter se desploma.

El patrón es este:

  1. Uso excesivo de palabrejas
  2. Tono pulido sin alma
  3. Cero comprensión de los matices de la audiencia

Desglosemos cada punto:

El error A qué suena Por qué falla
Ensalada de buzzwords “Aprovechamos tecnologías transformadoras para potenciar el crecimiento de la marca.” Parece seguro, suena como todos y no significa nada.
Tono genérico “Nuestra misión es impulsar la innovación mediante soluciones escalables.” Podría ser tu marca o una empresa de dentífrico.
Síndrome de líder de opinión IA “En un mundo donde el cambio es la única constante…” Da vergüenza ajena. Suena autogenerado porque lo es.

Ejemplo real: la publicación de LinkedIn que fracasó

Trabajamos con una marca SaaS que publicaba un post semanal en LinkedIn usando ChatGPT. Siempre el mismo formato: tres párrafos, lista de “takeaways” y una frase de cierre tipo “Emocionados por ver a dónde nos lleva este camino.” Sonaba limpio… hasta que te dabas cuenta de que era indistinguible de cualquier CEO B2B tech intentando parecer reflexivo en piloto automático.

Las impresiones cayeron. Los comentarios desaparecieron. La audiencia no odiaba los posts; simplemente no les importaban. Porque no sonaban como ellos.

Cuando auditamos su contenido anterior, descubrimos que su publicación con más interacción la había escrito el fundador durante un retraso de vuelo: cruda, molesta, sin filtros. Tenía erratas, sarcasmo y un punto de vista fuerte. En una palabra: humana.

Ejemplo real: la startup que lo hizo bien

En contraste, una empresa bootstrap de CRM usó la IA para crear esqueletos de casos de éxito —viñetas, citas, estructura— y luego su responsable de contenidos los reescribía con la voz del fundador. Mantuvieron las palabrotas. Añadieron chistes internos. Mencionaron el mal café de una oficina y un perro llamado Marvin en otra. No era perfecto, pero era suyo.

Su tasa de rebote bajó un 18 %. El tiempo en página se duplicó. ¿Por qué? Porque la gente sentía que leía algo escrito por alguien, no generado para cualquiera.

La conclusión

La IA no es el problema. La pereza sí.

Si tratas la IA como una máquina de copiar y pegar, te dará lo que aprendió: los grandes éxitos aburridos de internet. Pero si la usas como una herramienta —con dirección clara, voz fuerte y una edición implacable—, te ayudará a escalar sin sonar como un ghostwriter insípido de LinkedIn.

Audita primero tu voz de marca (antes de tocar la caja de prompts)

Antes de empezar a lanzar prompts en ChatGPT como si fuera una máquina mágica, tienes que responder a una pregunta: ¿Cómo suena realmente tu marca?

Si tú no lo sabes, la IA menos.

Demasiada gente se salta este paso y acaba con contenido que parece venir de un robot medianamente servicial criado a base de charlas TED. El resultado: frases pulidas con la personalidad de una presentación de LinkedIn.

Entonces, ¿cómo defines tu voz sin contratar a un consultor de marca que te cobre 10 000 $ por decirte que eres “auténtico e innovador”?

Haces una auditoría de voz rápida y sin complicaciones.

Empieza con esta checklist:

Pregunta La voz de tu marca
¿Usas contracciones? (“tú estás” vs. “tú estás” → en español sería “estás” vs. “estás” pero aplica al tono)
¿Dices palabrotas? ¿Pocas, muchas o ninguna? (Sé sincero: importa)
¿Eres formal, informal, sarcástico, seco, entusiasta? (Elige uno. No puedes ser “profesional pero divertido y rompedor pero sincero”)
¿Hablas en frases cortas o largas y fluidas? (Es un tema de ritmo: la IA lo detecta si se lo muestras)
¿Frases recurrentes o palabras prohibidas? (Ej.: evitamos “empoderar”, “sinergia” y “desbloquear”)

Luego, toma tres ejemplos de contenido que suenen exactamente como tu marca. No los que mejor rindieron, sino los que más la representan. Podrían ser:

  • Una entrada de blog que no sobreeditaste
  • Un email que escribiste con prisas y aun así hizo reír al equipo
  • Una landing con un tono afilado, claro e inconfundiblemente tuyo
  • Incluso un mensaje de Slack a tu cofundador que clava el estilo

Pásalos por la IA y pide:

“Imita este tono. Mantén la voz casual, directa y ligeramente impaciente. Evita buzzwords corporativos. Asume que el lector tiene poco tiempo y tolerancia cero al relleno.”

No saldrá perfecto a la primera. Pero ese es el punto: esto es entrenamiento, no delegación. Estás mostrando al modelo qué significa “en marca” en la práctica.

Una nota del coordinador del caos (o sea, yo)

En mi caso, sé que nuestro tono en SEOJuice está entre “fundador que habla claro” y “progenitor con 15 minutos antes de recoger al crío”. No tengo tiempo para introducciones suaves ni metáforas de tres párrafos. Nuestra voz es afilada, seca y directa, porque yo soy afilada, seca y siempre voy justa de tiempo.

Esa claridad ayuda a cualquier herramienta —IA incluida— a sonar como yo, no como una granja de contenido en piloto automático.

Y cuando clavas tu voz, el prompting deja de ser adivinar y se parece más a dar instrucciones a un copy junior que solo necesita un poco de acompañamiento.

Entrena al robot (para que deje de sonar como tal)

Usar IA sin entrenarla es como darle a un niño pequeño una caja de crayones y decirle que “decorar las paredes con gusto”. Algo saldrá. Podría incluso ser… colorido. Pero no será lo que quieres.

Con la IA pasa lo mismo.

Si abres ChatGPT y escribes “Redacta un post sobre estrategias de marketing”, no te sorprendas cuando te entregue mil palabras de buzzwords reciclados y consejos tibios. La IA no es mala; tú no le diste material.

Tienes que entrenarla. No con código, sino con voz, tono, estructura y límites. De lo contrario, se irá al terreno insípido: el equivalente escrito a la música de ascensor.

Analogía maternal: la lucha por la cena

Criar a dos niños significa tener la misma conversación sobre la cena unas 400 veces:

«¿Qué queréis cenar?»

«No sé.»

«Vale, ¿brócoli con quinoa?»

«Guácala. No.»

«Entonces, ¿qué queréis?»

«He dicho que no sé.»

Enviar un prompt a la IA sin contexto es el mismo desastre. Tienes que decirle:

“Quiero que este post suene como yo: frases cortas, sarcasmo suave, cero entusiasmo falso. Enfócate en pasos prácticos, no teoría. Máximo 600 palabras. El lector está ocupado y es alérgico al relleno.”

A la IA le encantan las instrucciones. Necesita límites. Cuanto más contexto le das —tono, persona, ejemplos—, mejor rinde. Cuanto menos le das, más adivina. Y sus conjeturas suelen venir del rincón estadísticamente promedio de internet. Traducción: basura genérica.

Un enfoque práctico

Así lo hago en la vida real, entre llevar a los niños al cole y recoger cuencos de cereales a medio comer:

  1. Escribo yo un párrafo: algo crudo pero real. Quizá un mensaje de Slack, un desahogo, una nota en el móvil.
  2. Lo meto en la IA y digo: “Escribe 500 palabras con esta voz. Mantén el mismo tono y ritmo. No lo suavices demasiado.”
  3. Leo el resultado como leería un borrador de un junior: destaco lo bueno, corto lo falso, rehago el final.
  4. Si funciona, guardo esa plantilla de prompt. Si falla, ajusto y repito.

Entrenar la IA no va de encontrar el prompt perfecto. Va de iterar hasta que suene como , incluso cuando no tuviste tiempo de escribirlo.

Combina, no delegues

Dejémoslo claro: la IA no es tu director de contenidos. Es un becario. Uno rápido, incansable y a veces despistado que puede generar borradores a las 3 a. m., pero que no sabe qué representa tu marca a menos que se lo des con cucharita.

Así que no delegues a ciegas: combina estratégicamente.

Este es el plan de acción que uso en SEOJuice. Probado entre llamadas con clientes, berrinches infantiles y notas en el móvil mientras espero en la fila del cole.

Paso 1: Usa la IA para el trabajo pesado (pero dale dirección)

  • Empieza con un prompt que incluya quién eres, a quién hablas y cómo quieres que suene.
    • Ejemplo:

      «Escribe un post de 400 palabras para una agencia de marketing liderada por su fundador. Tono seco, conversacional, impaciente con el relleno. El lector conoce lo básico de marketing y quiere tácticas reales, no teoría.»

  • Entrégale un esquema u estructura. No esperes brillantez desde un prompt vacío.

Paso 2: Revisa la estructura, no el acabado

  • Trata el primer borrador de la IA como andamio. No será bonito, pero te da algo con lo que trabajar.
  • Busca:
    • Flujo claro (intro → cuerpo → punto)
    • Secciones lógicas
    • Cualquier frase que accidentalmente suene a ti

Si te devuelve un listado cuando pediste un rant, corrígelo en el siguiente prompt. No pierdas tiempo editando algo que no tiene la forma que quieres.

Paso 3: Reescribe las secciones clave con tu voz

  • Elige las partes que se sientan robóticas —normalmente la intro y la conclusión— y reescríbelas tú.
  • Incluye ejemplos reales, anécdotas o quejas reales. Cualquier cosa con textura.
  • Léelo en voz alta. Si suena como algo que jamás dirías, bórralo.

La IA escribe para nadie en particular. Tú escribes para tu audiencia real.

Paso 4: Pasa el filtro “¿Me lo creo?”

  • Pregúntate: ¿Diría esto a un cliente o inversor?
    • Si la respuesta es sí, adelante.
    • Si es no, probablemente sea relleno de IA.

Señales de alarma habituales:

  • Optimismo vago (“esto puede elevar tu marca”)
  • Expresiones trilladas (“game-changer”, “revolucionar”, “experiencia fluida”)
  • Tono pasivo sin opinión real

Elimina todo lo que no sientas propio.

Paso 5: Pulido final (máx. 2 minutos)

  • Acorta frases.
  • Quita lo que suene a ensayo universitario.
  • Añade un poco de punch. Cambios como “usar” en vez de “aprovechar” cambian el tono por completo.

No se trata de perfección, sino de reconocibilidad. Quieres que alguien que conozca tu marca (o tu voz) lo lea y sepa que viene de ti, no de una fábrica de contenido.

Resumen: la IA debe hacerte más rápido, no invisible.

Combina su velocidad con tu voz y obtendrás escala sin vender tu alma. Delega el borrador, nunca el mensaje.

La IA puede acelerarte, pero la voz te mantiene reconocible

Cuando el tiempo escasea y la demanda de contenido es alta, la tentación es tratar la IA como solución a todo. ¿Necesitas un post? IA. ¿Un copy para LinkedIn? IA. ¿Secuencia de email? IA. Te acostumbras a la comodidad, la velocidad, la ilusión de productividad. Pero entonces tu audiencia deja de reaccionar. El contenido se vuelve más silencioso. No en volumen, sino en presencia.

Porque la velocidad no es el problema. La identidad sí.

La voz de tu marca es el hilo que conecta todo: tus landing pages, tus emails fríos, tus comentarios, las despedidas de tu newsletter. Es lo que hace que un lector se detenga a mitad de scroll y piense: “Esto suena a ellos.” Y la IA, por defecto, no se preocupa por eso. No sabe qué te hace diferente a menos que la obligues a saberlo.

Usar IA de forma efectiva no significa cederle todo tu contenido. Significa usarla para superar la página en blanco más rápido y luego entrar tú con tu voz, tu contexto, tu criterio. La diferencia entre que alguien reconozca tu estilo en el feed y que pase de largo pensando: “¿No he leído esto ya?”

Piénsalo como pasta precocida. Te ahorra tiempo, claro. Pero aún necesitas sazón, salsa y timing —el sabor real. De lo contrario, ¿cuál es el punto?

Tu contenido no tiene que ser impecable. Tiene que ser tuyo. La gente perdonará una coma fuera de lugar o una frase brusca. No perdonará aburrirse.

FAQ: Usar IA sin sonar como un robot

P: ¿De verdad puedo mantener una voz coherente si varias personas usan IA en mi equipo?

Sí, si creas ejemplos claros, guías de tono y listas de palabras prohibidas. La IA sigue instrucciones; solo necesita que sean consistentes.

P: ¿Cómo evito que la IA suene demasiado pulida o formal?

Sé directo en los prompts: pídele que escriba de forma casual, con personalidad y usando contracciones. Mejor aún, dale muestras de emails o posts reales que hayas escrito. Dale material, no solo palabras clave.

P: ¿Y si no soy un gran redactor? ¿Aun así puedo definir mi voz?

Absolutamente. No necesitas gramática perfecta para tener tono. Piensa en cómo hablas, cómo escribes por WhatsApp, qué te hace reír. Esa es tu voz. Captúrala y construye desde ahí.

P: ¿Vale la pena usar IA si tengo que reescribir la mitad de lo que me da?

Sí; empezar con algo es más rápido que empezar con nada. La IA es un generador de borradores desordenados. Tu trabajo es darles forma, no empezar de cero.

P: ¿Debo decirle a mi audiencia que uso IA?

Solo si es relevante. A la mayoría le importa cómo se lee algo más que cómo se creó. Si suena a ti y aporta valor, la herramienta da igual.

Si tu contenido suena como el de todos, se tratará como el de todos: se escanea, se ignora, se olvida.

La IA no cambiará eso, pero tu voz sí.

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